Memoria de un fuego fatuo
A Tairuma Sandrea
"Guardo en un frasco el perfume de su entrepierna
(No me puedo quitar un revólver de la cabeza)
Guardo en un frasco el revólver de su entrepierna
(No me puedo quitar su perfume de la cabeza)"
Francisco Hernández
Una mujer que se abre a los besos
la misma que se desnuda
hoy llega a mi memoria
como relámpago fulminante
muerte que merezco
Nos conocimos una mañana extraviada
de hace diez años
son-reímos, sin saber
que nuestro aliento ya se había encontrado
Volvías, y tu piel volvía
más tostada cada vez
por esto ojos que te quemaban de deseo
una verdadera limadura de silencio
que comenzaba a liberarnos
nos abrazamos a la idea de vernos
me prestaste un libro que debía devolver desnudo
un silbido que aun el viento presiente
aquella tarde, que sin querer
juntamos nuestros sexos
y mordí tus senos que se hacían extensos
y a mis pies, mordí tu suelo
como quien besa una catedral,
como quien la profana
por esa son-risa que te gastas en mí
por esa soledad que ambos consumamos
por el incómodo momento
en que fracasé en tu cuerpo
rompimos el deseo para convertirlo en carcajada
renunciamos al denuedo
conociendo nuestras cicatrices
nos volvimos cómplices del último minuto de desaire
añoramos el momento antes de consumar el extravío
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