Alfredo Peñuela: El Librero de Puerto de Libros
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Alfredo Peñuela: El Librero de Puerto de Libros
En el corazón del Teatro Baralt de Maracaibo, entre anaqueles repletos de historias y la incesante búsqueda de nuevos lectores, Alfredo Peñuela desempeña un oficio que trasciende la mera transacción comercial: es librero, pero también es un guardián del conocimiento, un narrador de relatos no escritos y un puente entre el libro y su lector ideal.
Peñuela, con su experiencia de vida tejida entre Colombia y Venezuela, ha encontrado en la Librería Puerto de Libros un refugio, pero también una misión. Llegó a este espacio no solo por su amor a la literatura, sino por la oportunidad de compartir con otros el deleite de un buen libro. Su historia es la de un hombre que ha sabido reinventarse: desde su juventud en el teatro hasta su migración, desde la búsqueda de nuevos caminos hasta el hallazgo de un hogar entre las letras.
Ser librero, en palabras de Peñuela, es mucho más que vender libros; es responder preguntas, guiar a los lectores hacia hallazgos inesperados, comprender el universo de cada persona y ayudarles a expandirlo. Su presencia en Puerto de Libros se ha convertido en un pilar fundamental para quienes visitan la librería. No solo ofrece recomendaciones literarias, sino que también comparte anécdotas, establece diálogos sobre las obras y, en ocasiones, pasa noches en vela buscando el libro exacto que alguien necesita.
La historia de Alfredo Peñuela está marcada por el amor al conocimiento. En su infancia, su primer encuentro con la literatura fue con El Tesoro de la Juventud, una enciclopedia que alimentó su imaginación y lo llevó a recorrer el mundo de las letras. Más tarde, su pasión por las artes escénicas lo llevó al teatro, donde vivió intensamente el movimiento cultural de la Bogotá de los años 70 y 80. Sin embargo, los caminos de la vida lo devolvieron a Venezuela, donde terminó convirtiéndose en un amante del oficio de librero.
Su experiencia con los lectores ha sido rica y variada. Desde jóvenes que lo sorprenden con sus inquietudes filosóficas hasta coleccionistas en busca de ediciones raras, Peñuela ha sido testigo del efecto transformador de los libros. Recuerda con especial asombro aquella clienta que llegó con una bolsa de alimentos dispuesta a intercambiarla por libros, reflejando el inmenso valor que la lectura puede tener en la vida de una persona.
En Puerto de Libros, Peñuela también ha encontrado historias ocultas dentro de los mismos libros: notas al margen, flores marchitas, cartas de amor olvidadas. Cada volumen usado que llega a sus manos es una ventana a otra vida, a otro tiempo.
Alfredo Peñuela no solo vende libros, los habita. En sus recomendaciones hay sabiduría, en sus charlas hay pasión y en su compromiso hay una convicción inquebrantable: un buen librero no solo acerca el libro al lector, sino que hace de la lectura una experiencia viva. Su labor en Puerto de Libros es la de un mediador entre las historias y aquellos que las buscan, un oficio noble que sigue sosteniendo la cultura en una ciudad que, a pesar de las adversidades, nunca deja de leer.